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¿Qué estamos transformando, observando el observador que somos?

Cuando observamos el mundo, lo observamos desde nuestro mundo. Lo que observamos, no se debe dar por sentado como verdadero. El proceso de observar el cual incluye no solo la capacidad de usar el sentido de la vista, sino todo el sistema sensorial nos permite captar del medio externo distinciones muy particulares que van relacionadas con nuestros mapas mentales, experiencias, creencias y filtros neurológicos. A menudo damos como verdad lo que observamos cuando encontramos una observación común con otras personas. Pensar que, al observar y dar una descripción o narrativa de lo contemplado es cierto, es quizás no abrir un espacio de aprendizaje para aceptar la manera como los demás ven el mismo mundo. Aun cuando algunas personas coincidan con nuestra manera de observar y ratifiquen que distinguen lo mismo, nada de nuestra realidad externa es de la manera como la examinamos.

Este hecho de tener observación común nos hace sentir dueños de la verdad y enjuiciadores de los que por alguna razón no comparten nuestra manera de mirar que en algún momento ha sido aprobada por otros. Esta situación, en diferentes contextos nos lleva a tener ciertos comportamientos de dominio sobre la verdad y de adoctrinamiento hasta conseguir que el que difiere acepte la manera como vemos las cosas.  Y a todo esto además se deriva el relacionamiento que creamos, acobijando al beneplácito y juzgando al que discrepa. De estas conductas se cuestiona lo que es actuar con ética como seres humanos.

Si al derecho de la verdad se le complementa que bajo mi verdad tengo la posibilidad de que ciertos hechos se hayan dado como habían sido esperados, se tomaría entonces como sello de garantía, cuando en la realidad está la posibilidad de que toda verdad sea demostrada como falsa.

Nuestra manera de observar deriva la interpretación que damos a lo que vemos y en función a ello se abre un mundo de posibilidades que facilitan o no la acción. Pero para llegar a esa capacidad de acción extendida y potenciadora, debemos aprender a que las cosas no son como la vemos, debemos aprender a entender que necesitamos aceptar otras maneras de observar porque mirando esos espacios se nos abre oportunidades de diferentes acciones.

Como personas hemos llegado al mundo no solo concebidos como cuerpo que responde a una biología, también nos conformamos como alma expresando el SER que somos, nos fusionamos con emociones, y respondemos a una carga genética y una condición epigenética que nos identifica, todo ello subordina el observador que somos. Como individuos únicos en nuestra forma de observar respondemos a una zona delimitada por nuestras capacidades mencionadas anteriormente, y en función a ello contamos con fortalezas y debilidades que supedita nuestra contemplación del mundo. De esta mirada derivamos las acciones y son esas acciones las que deben estar acompañadas de una ética con fundamento en el respeto y convivencia digna con los demás permitiendo crear espacio de satisfacción personal y relacional, aun cuando el resto no comparta nuestra verdad.

¿Qué estamos transformando, observando el observador que somos?

Estamos transformando nuestro SER para conferir a nuestra capacidad de convivencia, la posibilidad de crecer a través de la aceptación de las distintas interpretaciones, y la activación de poner límites sin autoridad o violencia cuando sentimos que nuestra supuesta verdad está siendo invadida y afectada en función a nuestra distinción de ética basada en el respeto.

Autor del Artículo: Carmen Franco

Publicado: 14 de Mayo 2019